había una vez
la desconfianza
prima de la ignorancia
tía del desconcierto
y del lugar común
que por mucho madrugar
no hizo eco
en la conquista
del entendimiento,
de las muchas palabras
como la pólvora gastada
en chimangos
nos dejó atrapados
de la curiosidad y en la veracidad
de una futura ironía,
y porque no? la ansiedad
del encuentro.
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