un eco lento y solitario,
siento en el camino
pesado de mis pasos
en las arcas de una galería,
percibo motas de blanca cal
suspendida en el haz de luz
levanto del marchito suelo,
una lluvia de párpados ácidos
y un racimo de ojos, ya sin flor
protejo la vista del ya
no hay, pero el infinito
me atrapa ilusiones y castidad.
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