Uno se acostumbra a casi todo. Antes tomaba agua de pozo
porque no
llegaba la corriente. luego nos llegó fruto de una buena inversión y por
suerte me aflojó la formación de cálculos renales. Pero ahora ya no
puedo beberla, el sabor y olor infumable del cloro es como si tragara
agua de una piscina, además del riesgo de estar envenandome con residuos
pesticidas. Así es que termino calentando el agua para el mate con
botellas de mineral supuestamente controladas.
Y... son lujos que uno se da con al edad.
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