viernes, 19 de agosto de 2016

4 pm

Sonaba Para Elisa en mi oído una y otra vez mientras recordaba como el maestro Ludwig Van había escrito esta delicada obra para una renombrada dama de la época, alumna suya que en realidad se llamaba Teresa. Tratando de contener tanta infinita pasión producida en aquella noble intención, por dentro puteaba infinitas veces a estos hijos de puta que me dejaron colgado con la musiquita en la llamada de teléfono por el reclamo del service que había quedado en venir a las 4 pm y me dejó clavado.

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